Hace unos días pedía a Manolo (aparejador) que le mandase las mediciones a César para que nos preparase un presupuesto aproximado de lo que nos costaría el proyecto básico y el de ejecución. Ayer mismo me llamó para decirme que me costaría 42.000 euros. No solo me parece un robo a mi, sino a él también. Sus palabras sonaron a "no me lo creo ni yo".
Como ya he comentado en otras ocasiones, este último año, todos en la construcción creen que pueden multiplicar por dos su precio. El niño pintor quería el doble, los inversores quieren mis casas para vernderlas por mucho más de lo que yo mismo las vendería y ahora los arquitectos también quieren ganar el doble.
- No César -le dije asombrado- me encantaría hacerlo con vosotros pero no puedes pedirme casi el doble que la obra que acabamos de terminar juntos. No. Repito con poco interés.
- Muy bien, pues estas son nuestras nuevas tarifas, ya sabes que luego tú y tu madre, sobre todo, nos hacéis mil cambios en medio de la obra que tenemos que ejecutar sin cobraros nada a cambio y...
- Quieres decir ¿sin contar los errores que cometéis tipo "hay que micropilotar todo el perímetro" o "pónganme aquí unos estabilizadores de a 500 euros el día"?
- A ver, Nicolás, nosotros no controlamos lo que uno se encuentra bajo tierra, son cosas de las obras...
- Ya, César, y no quiero decir que no hayamos hecho las cosas bien, pero todo el mundo me dice que las hemos hecho DEMASIADO bien. Así que en la obra todo cambia, y cada cambio lo asume a quién le toca.
- Bueno, pensad nuestra oferta y si no os convence, buscad a otro arquitecto que os coja el proyecto. Me contesta como si eso fuese imposible.
- Pues así lo haré César. Sabes que nos gusta trabajar con vosotros pero no puedo permitir que todo cueste el doble que la obra anterior... un año después. Bueno, hablamos.
- Hasta luego.
- Adiós.
Después, llamé a Lino, el favorito de mi socio constructor y de mi madre, para decirle que nos quedábamos con su oferta. La oferta consistía en cobrarnos 32.000 euros incluyendo al aparejador, un tal Rafael que trabaja con ellos desde hace varias obras "...un chico joven, de vuestra quinta..."
Por "vuestra quinta" Lino se refiere a la de Paco y mía.
Paco es su socio en el estudio, un tío bastante majo, jugador de rugby (por el físico, supongo que zaguero) del Arquitectura, equipo de Lino de toda la vida. Paco debe tener 31 ó 32 tacos, un hijo algo mayor que Mia. Paco es tan directo como Lino, no se anda por las ramas nunca, tiene buen humor hasta que deja de tenerlo y cuando esto ocurre, se le va la olla unos minutos... igual que Lino.
Rafael, al que conocí en Sigüenza hace unas semanas, cuando me encontré con Lino saliendo y yo entrando de la oficina de mi cocio. Un tipo regordete con gafas, no se más.
Por efecto de este acuerdo, también he tenido que decir adiós a Manolo para esta obra, que había trabajado en las dos últimas con nosotros. El caso de Manolo es ligeramente distinto al de César. César tiene un mal gas que le hace insoportable, dispara con balas de oro para cualquier contratiempo en obra y además ha subido su tarifa un 80% con respecto a hace dos años. Manolo es un tipo simpático y cordial, dirige un estudio de aparejadores muy serio, con gente muy lista y dispuesta y en pocas palabras, es un gran profesional.
El problema con Manolo, surgió hace unos meses. Estábamos en la segunda planta del anterior edificio ("La Casa Pertegaz") justo el día que la estructura de hormigón se había terminado de construir. Estábamos mi madre, él y yo hablando sobre la oferta de Cristina la catalana para comprarle el edificio de Palma, de cómo lo podíamos llevar a cabo estando tan lejos de allí. Manolo dijo que él podría participar pero que eso conllevaría un sobrecoste, obviamente para que otro estudio local le ayudase con el día a día. Juanmi, nuestro socio constructor había dicho hace unos días a mi madre que no quería entrar en Palma así que yo les propuse a Manolo y mi madre, que para no dejarlo en manos de otra constructora y punto, que quizás José (el hermano de Juanmi y gran jefe de obra) estaba dispuesto a cobrarnos por ir una o dos veces al mes a revisar que todo fuese bien y que la constructora mallorquina no nos la metiese en cada capítulo.
A mi madre le pareció bien y a Manolo también, y dijimos que si no era así, podíamos utilizar a otra persona de confianza, pero no dejar la dirección de obra sin un miembro de nuestro equipo, no le dimos mayor importancia ya que todavía no teníamos no edificio ni nada en Palma.
Pues bien, Manolo, no tardó ni dos horas aquel día en contarle a Juanmi , que yo quería contratar a su hermano José para que trabajara para nosotros. También le dijo algo como que le queríamos contratar full time y que íbamos a hacerle una oferta. Juanmi, esperó a que Manolo saliese de su estudio con esas noticias para llamarme dando gritos y profieriendo amenazas (cagándose en mi) que ¡cómo se me ocurría quitarle a su hermano! y otra serie de acusaciones producto de la encomiable labor estilo "teléfono escacharrado" de Manolo.
Le intenté tranquilizar dicíendole que había sido un comentario sin importancia, que queríamos contar con la gente que sabíamos que nos podía ayudar en un lugar tan lejano para nosotros y que se lo habíamos "consultado" a Manolo, que no es lo mismo que "contado". También le dije que su hermano José es un jefe de obra excelente y que por eso pensé en él y que estaba loco si pensaba que EN CASO DE COMPRAR ALGO EN PALMA, no íbamos a comentarle la idea a él primero para ver si le parecía correcto. Le dije que la culpa de todo esto era de Manolo, que no sólo se ha ido de la lengua al contar algo que no tenía ninguna base, sino que además ha mentido deliberadamente al respecto.
Juanmi me dijo que creía más a Manolo que a mi, que a él le conocía más que a mi y que tararí-tarará.
Tras colgar, llamé a mi madre para contarle el embrollo en el que nos había metido Manolo, mi madre llamó asombrada a Manolo y Manolo le contestó que no era lo que le había dicho a Juanmi y que de todas formas eso es lo que habíamos hablado con él. Mi madre le recordó que en absoluto fue así, y la relación entre aparejador, promotores y constructor se deterioró del todo desde entonces.
En fin, que no me ha costado decirle a Manolo que no íbamos a hacer la nueva obra con él por una cuestión de precio y que nuestro aparejador iba a ser un tal Rafa, que colabora con Lino. Manolo contestó algo enfadado, pero además me dejó caer que si no estábamos contentos con Rafael, que ya sabía donde encontrarle. Desde luego que así sería, Manolo ha metido la pata por chismoso, pero se que es el mejor aparejador que podemos contratar.
Tras todas las conversaciones, envío de contratos en blanco de aparejadores, arquitectos y demás, he salido disparado hacia la guardería Chiquitín, cliente de TOOLS de cuando me quedé con la empresa. Allí damos un servicio de 1,5 horas diarias de lunes a viernes. La directora de la guardería es algo engreída y le parece que yo debería estar visitando su centro un par de veces a la semana. He intentado explicarle -sin ninguna fortuna- que si visito dos veces a la semana a cada cliente, sólo podría tener 15 clientes y que no es el plan de negocio que estábamos llevando a cabo en TOOLS, que su centro estaba en perfecto estado de limpieza y que debería subir a 2 horas al día para que la trabajadora no esté todo el día pensando en dejarlo por cansancio. Parece ser que eso no le vale y me temo que quiere rescindir el contrato. Allá voy.
Tools no va mal, hemos multiplicado (hasta hoy) la facturación por 6 desde que la cogí, he apostado por clientes grandes y aunque no quiero perder a nadie, Chiquitín es uno de los pocos pequeños que me quedan, así que paso un poco.
Estoy más centrado en darle un toque más moderno a mi empresa y cumplir con el lema que uso en mis presentaciones comerciales "más cerca de mis clientes, más lejos de la competencia" y este fin de semana pasado celebré algo que tenía en mente desde que hace años trabajé para la empresa de mi padre: (leer primeros capítulos) una reunión anual entre las empleadas de todos los centros. El objetivo es que se conozcan y hagan piña. Algo que ha causado furor entre las trabajadoras.
Primero quedamos la mañana del sábado en nuestra oficina, donde las esperamos con un cursillo de cómo trabajar en cada centro, que no se debe discutir nunca con el cliente , que deben llamarnos a nosotros con cualquier asunto y que desde la oficina resolveríamos sus problemas... procedimientos sobre las bajas por enfermedad y vacaciones y alguna técnica de limpieza. Después, invitamos a todo el equipo a una comida en un restaurante cercano y allí se dedicaron a ligar con mi padre (que no quería perderse un evento como este) a comer y a beber con una admirable capacidad y resistencia respectivamente.
El efecto de esta reunión de empresa ha sido mejor del esperado. Las chicas han estado llamadno diariamente para darnos las gracias y, mi padre, por su lado, me llama todos los días para repetirme lo buena idea que fue juntarlas y cómo Ana Clemencia y otras ligaban con él, que se lo pasó pipa y que cree que yo soy un excelente empresario. Mi padre siempre tiene un piropo para todos.
Por cierto, Chiquitín ha rescindido el contrato con nosotros, esta ha sido mi primera baja. No pasa nada.
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Me a gustado la referencia a tus problemas con el cliente "Chiquitín".
Como gerente de una empresa de limpieza, me encuentro todos los dias con el problema de hacer entender a los clientes (futuros y presentes) que la dedicación y control por parte de los encargados a los centros es directamente proporcional a lo que pagan por el servicio.
Es dificil que si pagan por una hora/servicio cerca del coste/hora por empleado que le cuesta a la empresa proveedora de los servicios, pretendan tener a un encargado tres veces a la semana.
Sólamente con los buenos clientes, esos que saben valorar un servicio bien echo, el poder contar con alquien al lado de la linea de telefono para solucionar problemas, son capaces de pagar más para recibir más y mejor.
Señores, nadie da duros a pesetas y en esto funciona mucho eso de calidad/precio.
No se vosotros pero nosotros en cada presupuesto hacemos 3 tarificaciones, para intentar pescar mejor este sector.
En fin...., reflexiones de un gerente un viernes par la mañana :)
Posted by: jose luis | 12/17/2010 at 10:56 AM
Te doy toda la razón. Realmente es la parte mala de este negocio, supongo que muchos gerentes y dueños de empresas de limpieza sueñan con tener sólo buenos clientes... y todos sabemos que un buen cliente es aquel que paga a tiempo un precio que deja un buen margen, que no es caro y que admite que tanto el trabajo del gestor de la empresa, como el del encargado y por supuesto el del personal de limpieza, es sacrificado, duro y delicado. Yo cambié de estrategia (lo verás según avanza mi relato) y me fui quedando sólo con los buenos... y ya verás como acaba todo.
Posted by: piñaypollo | 12/22/2010 at 12:37 AM
nosotros en principio salvo algún caso raro (que lo hemos tenido), prestamos el servicio a cada cliente en función del importe de la contrata pactada y aguantamos el tirón, el cliente malo si quiere que se vaya sólo, mientras se gane dinero con él, se mantiene, ahora bien, a cada uno se le hace el caso que se merece....
Posted by: jose luis | 12/22/2010 at 12:49 PM
Estoy de acuerdo contigo en todo, pero el problema real es que el cliente confunde "lo que se merece" con "lo que cree merecer" y esto conlleva tener que aguantar a un cliente insoportable durante más tiempo del que me gustaría.
Posted by: piñaypollo | 12/27/2010 at 12:01 AM
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Posted by: Vztxwgwy | 02/13/2012 at 10:04 AM