Estaba en el despacho del alcalde, casi a oscuras, en un rincón frente a la mesa del regidor seguntino. No se qué hago aquí pero gracias a la poca luz que entra a ambos lados de las cortinas de terciopelo verde botella de la ventana, puedo comprobar que estoy sólo. Puedo ver su mesa, en posición oblicua, frente a la estantería llena de libros plastificados, sin estrenar.
De repente y por la puerta que da a la gran sala de reuniones contigua, aparece el alcalde, que no nota mi presencia. Trae unos planos debajo del brazo... ¡son los planos de mis casas!
Los pone encima de la mesa, abre una carpeta y saca unos plastidecores de colores de una mochila escolar que guarda bajo la mesa... ahora... dibuja algo sobre ellos.
- ¿Pero qué les haces a los planos? Pienso ofendido pero avergonzado por estar escondido y no decirle que pare en voz alta.
Sin que yo me de cuenta, se da la vuelta y me mira a los ojos dando la impresión de que no me ve. Del susto me he tragado un último y frio suspiro. ¡Hey! me atraviesa con la vista, como si no pudiese verme por la penumbra.
- Uff. Pienso aliviado al tiempo que devuelvo por la nariz el gelido aliento.
El alcalde vuelve a acercarse a su mesa, dobla mis planos, cierra las carpetas y sale por la otra puerta, la que da a los pasillos.
Espero un minuto para salir, abro la misma puerta por dónde ha salido el alcalde y se me para el corazón: de pie, delante de mi, están el alcalde y el arquitecto municipal mirandome con cara de muy pocos amigos.
Tras hacer pis como un zombie, me miro las ojeras y doy unos pasos por el pasillo para asomarme y ver en el reloj de pared de la cocina que son las cuatro y cuarto de la mañana, no hay luz en la calle... tengo un nudo en la garganta y un susto en el cuerpo, resaca de la extraña pesadilla municipal y de los problemas en mi cabeza. No sólo no me dejan pasar los días tranquilo, ahora me despiertan por las noches.
Decido volver a la cama, pero tengo los ojos como platos, sin darme opción me he puesto a pensar en lo que hablé con la nueva directora de CCM y empiezo a recomoponer el imposible puzzle que tengo ante mi.
Elo (la nueva directora de CMM) dice ahora que no nos van a dar los importes de las certificaciones de obra que me prometió, sólo voy a poder contar con menos de la mitad y el total no va a alcanzar para pagar a la constructora para cubrir el presupuesto de urbanización... en resumidas cuentas: dentro de 20 días le voy a deber unos 200.000 a mi socio y contratista de la obra. Tengo que intentar sacar la ampliación del prestamo para la urbanización en menos de un mes para no cagarla... pero para eso, necesito poder tener en el registro el plan parcial aprobado, y por mucho que me empeñe, el alcalde me ha dicho que no... y va a ser que no, aunque lo voy a intentar... mmm... a ver qué se me ocurre.
Me levanto sin despertar a Brigitte y me voy al salón, enciendo el potatil, me pongo una manta sobre las piernas y me lo llevo al sofá donde echo un vistazo a CUENTAS URBANIZACION.xls y compruebo que los clientes van a entregar un dinero a cuenta a principios de julio para cumplir con sus contratos de futuro sobre las parcelas.
Con eso, podría cubrir casi toda la certificación final, aún así, no voy a llegar puntual, unos días tarde lo entenderá el contratista... no habrá problema.
Me tranquilizo un poco, pienso en las nuevas ventas, que es posible que caigan este mes y me voy al baño a darme una ducha.
Debajo del agua de la ducha me doy cuenta de que cada día que pasa, cada mañana que salgo de la cama, me gusta menos mi trabajo.
Si crees que hay otra forma de hacer negocios, haz PIÑA.
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