Habían pasado más de 2 años desde que dejé la pequeña
empresa familiar de mi padre y su ex. En todo este tiempo no me había
preocupado de cómo iba la empresa, si ganaba clientes o perdía pasta.
Fue una llamada a mi móvil la que interrumpió aquella divertida pero frenética época de internet con la noticia de que mi padre había tenido un fuerte ataque al corazón y que dudaban si lo superaría. Tomé el primer avión a Madrid y en la cama de urgencias de La Paz encontré a mi padre abatido como nunca e infinitamente triste. Recordé inmediatamente que la culpa la tenía su segundo matrimonio y que la única salida era el divorcio.
Mi padre superó lo peor a pesar de una necrosis cardíaca que le dejaría físicamente agotado para el resto de su vida. A pesar de quedarse a los (des)cuidados de su ex, yo pude volver a Londres y seguir con lo mío unos meses más…
… hasta el día que entendí que la directiva llevaba a aquel carísimo barco a la deriva y era cuestión de tiempo el anuncio de su quiebra. Creo que regresé a Madrid un caluroso viernes del mes de Mayo y el lunes recibía la llamada de una emisora de radio para entrevistarme por ser uno de los dos españoles trabajadores de aquel sonado crack de los puntocom: boo.com había quebrado dejando detrás de si más de 170 millones de libras invertidas entre jeques árabes y bancos de inversión.
La vida había cambiado para mi padre, y su corazón le pidió a su cabeza que rompiera su relación con Ana lo antes posible y así lo hizo. Separado, sólo y mucho más anciano que un año antes, el reparto de clientes le dejó mucho menos de la mitad de la cartera de la empresa matriz y comenzó la andadura de TOOLS, una empresa creada en 1997 para ser una multiservicios y que acabó siendo una ínfima empresa de limpieza, flotador de un hombre de 63 años de edad, dolorido y equivocado.
En 2001 empezamos a prestar mayor atención a mi padre y a TOOLS. Cada hijo le ayudó en lo que sabía y/o podía, y con muchos meses de esfuerzo de ambos (empresario y empresa) perdieron el miedo y comenzaron a recuperarse. Tras ese doloroso arranque, mi padre recibió la soltería con verdaderas ganas y TOOLS conseguiría rápidamente varios nuevos clientes, manteniendo los heredados, un éxito mutuo.
Así que la vida le había puesto el contador a cero a aquel viejo, agotado y casi arruinado hombre de negocios que no dudó en aprovechar aquella oportunidad.