Desde los 50 en que apareció la TV, cada vez que uno escuchaba la palabra publicidad, pensaba en aprovechar para ir al baño. Eso no favorecía el trabajo de los publicitarios, pero era mejor que lo de ahora.
Ahora, cuando se menciona la palabra publicidad, uno piensa en un personaje con gafas modernas, pelo rapado y lengua mordaz, de nombre misterioso y apellido fácilmente alterable (El tío tiene talento, lo que pasa es que cae mal). Aunque no es el escenario más propicio para que se respete nuestro trabajo, lo aceptamos porque en la República sabemos que hacemos cosas bien y luchamos por aportar tanto al público como a las marcas. Es verdad lo de las gafas modernas, que yo extendería también a las zapatillas, pero también es verdad que hay mentes muy brillantes trabajando en publicidad. Y más nos vale porque está en todas partes.
Las marcas devoran todo aquello que pueda aglutinar gente. TV, radio, Internet, cine, prensa, pero también estadios de futbol, estrenos con sus photocalls, las botellas de agua de las ruedas de prensa con las etiquetas siempre mirando a cámara, paradas de autobús, cada centímetro del pecho de Fernando Alonso…
Si funciona para atraer gente, atraerá publicidad. Los que crean el contenido la necesitan para subsistir y las compañías que la pagan también.
La publicidad sirve para vender, y en mi opinión, los (escasos) buenos anuncios venden. Si miramos las buenas campañas, (sabes si es buena si la han parodiado en un programa de TV, o directamente no la entiendes), casi siempre son de productos líderes.
En general, la buena publicidad vende algo con lo que todos los consumidores nos queremos asociar y ser vistos.
Ningún niño bajaría al parque con una lata de cola genérica y ningún mayor quiere ir al club de golf en un sedán nacional.
Todo esto está muy bien para las grandes marcas pero ¿qué puede hacer alguien que tiene un pequeño negocio? ¿Acaso no puede lograr que sus consumidores se quieran asociar, o ser vistos con su marca?
Por si no tiene un gran presupuesto ni tampoco el primo su mujer se dedica a la publicidad, aquí hay una lista de consejos que le pueden ayudar con sus necesidades de imagen, marketing y publicidad.
1. Intente conseguir ayuda profesional.Existen estudios, agencias de marketing, interactivas que no son inaccesibles. Consulte revistas (Interactiva, Estrategias, Anuncios…) y asociaciones de marketing (AGEMDI) e Internet (IAB) o publicidad (AEAP)
Encuentre personas que trabajen por libre en foros como es el caso de www.domestika.org
2. Busque algo especial en su empresa y cuéntelo. Desde pagar el yoga a los empleados a servir siempre un vaso de agua con el café con leche, haga algo que sea digno de contar, verá como muchos lo hacen por usted.
3. Si no hay nada especial en su empresa, créelo. Sin esperar más. Más importante que la reunión de esta tarde. Piense cómo puede ayudar a su recién contratada agencia.
4. Otorgue a la imagen la importancia que tiene: mucha. Cada punto de contacto con el consumidor es clave para su negocio como lo es para las grandes marcas. Las tarjetas, la web, la tienda, los documentos de powerpoint, los folletos, los uniformes, todo es importante. Una buena imagen es profesional y genera confianza.
5. Posicione su negocio y elija sus clientes. Posiblemente lo más difícil porque implica renunciar a algo. No podrá ser todo, ni para todos.
6. Antes de realizar una campaña, márquese unos objetivos. Es como el billar, sólo sabe si lo ha hecho bien si antes dice en qué agujero la va a meter.
7. Contemple distintos medios. Desde mascotas que pasean por el barrio hasta compra de palabras clave en buscadores, pasando por videos creados para su difusión en blogs. El marketing actual tiene mucho que ofrecer.
8. Analice benévolamente los resultados. Obtener resultados malos es mucho mejor que no haber hecho nada. Lo que aprenda será proporcional al dinero que haya podido “malgastar”.
9. Busque feedback y escúchelo. O lo que es lo mismo, conozca la opinión que tiene su target, no cualquiera ¡ojo!, sobre su producto o servicio. Y hágales caso.
10. Y finalmente, mi consejo personal, nunca compre nada de aquellas marcas cuya publicidad le parezca un tostón. Tendrá menos variedad en casa, pero será más feliz y estará contribuyendo a que se dejen de hacer cosas feas.
Este artículo ha sido escrito por Iñaki Martí