Antes, todo padre como dios mandaba quería un hijo ingeniero o una hija doctora. Los tiempos han cambiado (¡y cómo!) y ahora a cualquier padre sólo le importa que su hijo o hija estudie algo, trabaje en algún sitio y no necesariamente como dios mande, porque dios manda muy poco últimamente.
Pero una cosa es el deseo paterno y otra muy diferente es la cruda circunstancia.
Hay quien cree en este país que eso de las estadísticas del paro o de la generación perdida es sólo una noticia en algún periódico gratuito. Pues no, aquí estamos los jóvenes y no tan jóvenes deambulando funámbulos perdidos, cargados de obligaciones, responsabilidades, incertidumbre, una lúgubre pesadumbre y sobre todo: hasta los cojones de casi todo... y esta, amigos mios es la circunstancia de la que hablo.
Así que hoy en día, cualquier padre con dos dedos de frente sólo le queda desear que su hija o hijo salga a la calle para quejarse, que haga algo por los demás y que luche. Resulta absurdo leerme escribir estas cosas, porque realmente estoy diciendo que las mamás y papás de esos desdichados imberbes les desean que piensen ya en los hijos que todavía no han nacido, les desean que se hagan cargo de los nietos que todavía no han tenido.
Así que el orgullo nacional es ver a tu hijo en una manifestación contra el sistema. Sorpresas te da la vida ¿eh?
El único riesgo de todo esto es que los manifestantes que ocupan (y ocuparán durante muchos más meses) las calles de España se dediquen a zarandear farolas, tirar cerillas a los cubos de basura o a acumular cascotes en plena Gran Via. Pero no se asusten si lo ven, tampoco les critiquen si lo hacen, ya que no será otra cosa que el producto de la educación que han recibido, educación fallida de los padres, educación fallida del sistema.
Pues eso, no sean Uds unos hipócritas cuando lo vean, que conste en acta que Uds mismos han sido los que han permitido que estudien menos, ustedes son los que se han pasado el día fuera de casa trabajando sin hacerles ni caso, Uds les han proporcionado dieta diaria de telebasura y cuernos de chocolate provocando la juventud más gorda y perdida de toda la historia.
Dadas estas circunstancias, ver a miles de personas levantar el culo del sofá, olvidar su mala suerte y salir a la calle para denunciar a un sistema lleno de injusticias y tan falto de principios, es como mínimo, para saltar por los aires de orgullo.
Cada vez que vea salir a su hijo por el hall de casa, pancarta al hombro, denle un bocadillo envuelto en albal, un tetrabrick de zumo y arréglenle el pelo un poco, que le espera un día duro, pero muy fructífero.
Hacer piña es la solución :)