Entre nuestra patética situación actual (mundial) y otra nueva y mejor distan siete grados de pesimismo. Es extraño que alguien tan enfermizamente optimista os proponga ser pesimistas, pero todo responde a un plan puramente optimista.
Ya dije en algún post pasado que el capitalismo había muerto en los 80 (EL CAPITALISMO ERA HUMANO) y que aquel modelo no es más que un zombie al que ningún órgano le funciona, al que ya todo le da igual.
Pues bien, desde que el zombie es zombie, le hemos maquillado, llevado de compras, empastado las muelas o enseñado a tricotar, chorradas que algunos llaman "tirar del carro" o "salir de la crisis". Pero seamos sinceros, el zombie no mejoró... ni mejorará, claro. Así que ya es hora de dejarnos de absurdos optimismos y que demos marcha atrás.
Los siete grados de pesimismo son 7 pasos hacia atrás como siete catedrales de grandes. Pasos necesarios para que el zombie acabe mal y vuelva al hoyo donde debió quedarse desde el día del entierro.
Para ser más concretos, el optimismo idiota del que hablo es el de la refinanciación de deudas una y otra vez, la apuesta por empresas y países que no pueden vivir si no es en continuo crecimiento, en basarlo todo en una bolsa déspota empujada por inversores caprichosos que no aceptan un no por respuesta. ...todo esto es una forma capitalista de optimismo, o lo que es igual: un optimismo zombie.
Así pues propongo un proceso de pesimismo totalmente necesario para acabar con este estado de podredumbre que cubre nuestra economía:
PRIMER GRADO: no insistir en lo que no funciona. Si no funcionó hasta ahora, es muy probable que no lo vaya a hacer.
SEGUNDO GRADO: no te financies con el dinero de quien no crea en tu idea de negocio. Quien te financie debe perder cuando tú pierdes y ganar cuando ganes.
TERCER GRADO: no refinanciar deudas. Una deuda es mala, dos es peor y así consecutivamente.
CUARTO GRADO: Si alguien te debe dinero, no pretendas cobrarlo si no puede pagarlo.
QUINTO GRADO: Si le debes dinero a alguien, no pretendas pagarlo si no puedes hacerlo.
SEXTO GRADO: dimite si no eres capaz de aportar algo útil.
SEPTIMO GRADO: cierra tu negocio si es inútil y no abras ninguno nuevo si no es al menos mínimamente necesario.
Sólo se llega a ser un gran optimista habiéndolo visto todo muy negro.